sábado, 24 de marzo de 2012

¿Auditoría? ¿Qué auditoría?






¿Qué es un auditor? Alguien que llega después de la batalla, y remata a patadas a los supervivientes.

- Groucho, en serio, insisto de nuevo... dime ¿qué es un auditor? ¿y una auditoría?

- Bueeeeeeno, voy


Estamos hablando hace mucho tiempo de la famosa auditoría del Ajuntament de Calafell y creemos a veces que eso (la auditoría) va a abrir una puerta a las tenebrosas profundidades de las cuentas municipales y mostrar cómo han metido la mano y el cazo los múltiples cargos que han pasado por ahí. Que la palabra auditoría será como decir “Ábrete sésamo”. La mayoría de nosotros cree que una auditoría puede destapar eso. Pero... vamos a ver, paso a paso, qué es eso. En la teoría y en la práctica. Sé que me voy a ganar enemigos pero... es lo que hay.

¿Qué es una auditoría?

Teoría: Pues el informe emitido por un auditor, para ver si las cuentas de una empresa o institución reflejan fielmente la situación patrimonial de ésta.

Realidad: Es un poco más largo y complejo. Vamos por pasos.
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a/ El auditor, que es como un notario pero privado. Sólo firma, y como mucho le echa una ojeadita al informe que le preparan los mindundis y becarios que son los que se lo han currado. El auditor es un tipo (o tipa, en este caso se llama auditora) que ha hecho unos estudios, es abogado, economista o las dos cosas, ha recibido una formación seria, ha hecho unos exámenes y se ha inscrito en el Registro Oficial de Auditores de Cuentas, el ROAC. Es una cosa seria. Como decía, es algo parecido a un notario, pero en el sector privado. Y ahí radica una de las grandes diferencias. ¡Ah! me olvidaba. Tienen que tener despacho en el “eixample” de Barcelona o Madrid, preferiblemente en Passeig de Gràcia o de la Castellana, como los buenos abogados. Si no son unos pringaos.

b/ Las cuentas. Como dicen los economistas y contables, “el papel lo aguanta todo”. Eso significa que, sin incurrir en ilegalidades, al menos no demasiado grandes (digamos que a veces en lugar de ilegalidades se hacen “irregularidades”) con cierta habilidad se puede hacer que casi cualquier empresa pase de tener beneficios a tener pérdidas o viceversa. Sobre el papel, claro. No aburriré al lector en estas técnicas que son sobradamente conocidas de los expertos del ramo. Que en las cuentas se pueden hacer más trampas que en una película de Kung-fu. O sea, que la contabilidad dará lo que se quiera y, siempre que no se sea muy grosero, nadie se dará cuenta. O si se da cuenta no podrá tampoco demostrarlo, que para el caso es lo mismo. O si pudiera demostrarlo, no tendrá interés en hacerlo. ¿porqué? Véase el punto siguiente.

c/ Como se contrata la auditoría. Bueno, pues normalmente se piden presupuestos a 3 empresas auditoras y se elige uno. Una pantomima. A veces se pide a una empresa que, ellos mismos, aporten varios presupuestos de otras empresas que, claro, sean más caros. Las empresas se prestan a ello: hoy por ti mañana mor mi. ¿El más barato? No necesariamente. El que ofrezca mayores garantías. ¿Garantías de qué? De que el resultado será el que, previamente, se ha pactado. O sea, que si interesa “vender el burro” la auditoría dirá que le empresa está de puta madre, que gana dinero por un tubo, que tiene un patrimonio del copón, que está saneadísima, etc., para poner un precio elevado al burro. Y si lo que interesa es “comprar el burro” , pues lo contrario, que el burro está viejo, enfermo y débil. El auditor normalmente se presta a eso si no es muy exagerado. Claro, va su prestigio en ello y tampoco dirá que está de puta madre una empresa que está a punto de irse a la mierda. Pero, siempre hay matices y en la historia reciente de las auditoras ha habido grandes pufos como el escándalo Enron que provocó la desaparición de la firma Arthur Andersen , una de las auditoras más prestigiosas de la época, o como con la quiebra de Lehman Brothers que tenía inmejorables informes de diversas auditorías. Bueno, para entendernos. Se coge al auditor, en un despacho, y se le dice: “Oye, quiero que me hagas una auditoría que de tal resultado”. El auditor haciéndose el duro te dice: “Nosotros somos imparciales, saldrá lo que haya en realidad, no podemos falsear los datos”. Y tu respondes:” Nadie dice de falsear, sólo que mires pa otro lado y no habrá problemas con tus honorarios”. Y el otro responde: “Bueno, veremos qué se puede hacer”. Ya está, todo pactado sin decir más. Asunto cerrado.

d/ La auditoría propiamente dicha. Vienen a verte un chicos y chicas, recién licenciados, guapos/as, becarios/as, con contratos basura, de prácticas, etc. Traje impecable, camisa blanca o azul, corbata, traje chaqueta ellas, maletín y ordenador portátil. Duchaditos/as, peinados/as y afeitados (ellos). ¿Veis la foto?. Son los auditores-junior. Y te empiezan a hacer el “paripé”. Que les enseñes las cuentas, que les enseñes tal y cual factura, que si los TC (cotizaciones a la seguridad social), etc. Se tiran unos días a cara de perro, justificando los 20 o 30.000 € que te van a cobrar de honorarios, de los que ellos no verán ni el 1%. Trabajan para aprender y poder ser ellos los jefes un día o montar una gestoría o su propia auditora.

e/ Finalmente los chicos han acabado de dar por saco en tus oficinas y se van a su oficina. Hacen el informe final, que supervisa el auditor-senior (jefe) y te mandan un borrador. Dice el informe que todo está de puta madre o de puta pena (según hayas pactado inicialmente con el jefe) y siempre ponen alguna salvedad o frase ambigua de que “esto parece así pero podría ser asá” para salvar el culo en caso de problemas. Tú tienes el informe de auditoría que querías y el auditor sus honorarios, “tots contents”. Y ese informe lo presentas la Pleno, a la prensa, a todo Dios: ¡Veis qué bueno que soy y que malos son los otros! Y santas pascuas.

Entonces ¿por qué en Calafell no presentan ya la auditoría?

Hombre... los auditores son “flexibles” (por llamarle de un modo suave) pero no tontos. A un auditor le harás decir que un color gris es claro o que es oscuro, que el blanco es gris claro o que el negro es gris oscuro pero no dirá que el blanco es negro. Vamos, normalmente. Y eso era lo que pretendía el Xuli y sus amigos.
Pretendía que la auditoría dijese que el Ajuntament estaba mal, que estaba super endeudado, con facturas por los cajones, sin un duro y con muy mala gestión y que todo era culpa del Sánchez y sus adláteres. Y los auditores no ha tragado. El Sánchez, que era un energúmeno, hizo muchas cosas mal pero los números no.
Y eso es lo que han visto los auditores. Y como el Xuli, el JJ, la Olga y toda la pandilla se habían ido de la lengua antes de hora, ahora tienen un problema. La auditoría no da los resultados que ellos querían y si contratan una segunda auditoría (igual estan buscando otros auditores más flexibles...) se les verá demasiado el plumero. O no, porque en Calafell todo cuela.

O sea, que no habrá auditoría, de momento. Lo que presenten en sus actos no les vale. Porque no les va a servir para lo que querían. De hecho lo que querían ya lo tienen: estar en el gobierno chupando del bote sin pegar un palo al agua.

Espero haber sido de ayuda. Ya sabéis: “Estos son mis principios pero si no os gustan tengo otros” (Groucho Marx)

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