Hoy es el gran día del verano.
26 de agosto, día de San Kabreo.
Hoy termina sus 'vacaciones' la mayoría de la marabunta que ha asolado esta zona de la Costa Daurada durante 1 mes. Hoy salgo a pasear a los perros viendo muchos coches con el maletero abierto, familias con cara de pocos amigos y mala leche de serie, tratan de meter todos los trastos para llevar a cabo una de sus pasiones: las caravanas, colas y/o embotellamientos.
Se van. El tiempo por fortuna ha sido bueno (o sea, les ha llovido) y vuelve la paz,que tal vez se rompa el 11 de Setembre, cuando vienen a esnifar retazos de las vacaciones pasadas, pero que será definitiva durante 8 meses.
Se van. Tiempo de nuevos propósitos, de nuevas colecciones por fascículos nunca acabadas, de nostalgia de días de horterez y de olor a protector solar.
Vienen. Los días en que salgo del trabajo y voy a una playa casi vacía a darme un baño sin que me salpiquen niños hijosdeputa, sin que tenga que oir la música del loro de un impresentable con camiseta imperio, sin que tenga que buscar un hueco donde dejar el coche o la moto, sin esperar nada para que me sirvan una cerveza fresquita y lo único que me distraiga de leer el periódico sea el ruido de alguna gaviota. Los días en que vuelvo al paseo a desayunar, solo o acompañado, y tengo todas las mesas libres y a ningún mozo (o moza) de cuadra, en la mesa de al lado, vociferando a pleno pulmón su excelente falta de educación.
Se van. El tiempo por fortuna ha sido bueno (o sea, les ha llovido) y vuelve la paz,que tal vez se rompa el 11 de Setembre, cuando vienen a esnifar retazos de las vacaciones pasadas, pero que será definitiva durante 8 meses.
Se van. Tiempo de nuevos propósitos, de nuevas colecciones por fascículos nunca acabadas, de nostalgia de días de horterez y de olor a protector solar.
Vienen. Los días en que salgo del trabajo y voy a una playa casi vacía a darme un baño sin que me salpiquen niños hijosdeputa, sin que tenga que oir la música del loro de un impresentable con camiseta imperio, sin que tenga que buscar un hueco donde dejar el coche o la moto, sin esperar nada para que me sirvan una cerveza fresquita y lo único que me distraiga de leer el periódico sea el ruido de alguna gaviota. Los días en que vuelvo al paseo a desayunar, solo o acompañado, y tengo todas las mesas libres y a ningún mozo (o moza) de cuadra, en la mesa de al lado, vociferando a pleno pulmón su excelente falta de educación.
¡¡ Qué gustazo !!
