José M. Baselga
Publicado: 11:51 - 19/06/2013
Publicado: 11:51 - 19/06/2013
En poco más de 20 segundos el joven que salta a las vías en Calafell estampa su grafiti. El tiempo es vital. No sólo para escapar antes de la llegada del próximo tren, sino para evitar la posible actuación de los vigilantes de la estación. Con la obra acabada el grafitero abandona la estación con toda tranquilidad.
En este caso la afectada es la compañía ferroviaria, pero la acción de los grafiteros en el mobiliario urbano de Calafell y en los muros, supone un gasto de 8.000 euros al año. Esa es la cantidad que tuvo que destinar en 2012 el Consistorio para limpiar pintadas incluso en patrimonio protegido como la ermita de Sant Miquel de Segur de Calafell.
El alcalde Joan Olivella señala que «no sólo es por una cuestión de civismo para mantener limpio el municipio. Las pintadas suponen un gran coste que impide destinar recursos a otras actuaciones».
El Ayuntamiento lleva meses con una campaña para borrar los grafitis que a diario vuelven a aparecer en zonas recién pintadas. Pero supone un gran gasto. En este sentido la Policía Local realiza patrullas por las zonas donde más actúan los grafiteros. Pero para imponer una sanción hay que pillarles in fraganti.
Algunos de los jóvenes que dejan sus firmas en las paredes ya han sido cazados, como Yemas, uno de los más activos. El grafitero ha recibido denuncias desde diferentes áreas del Consistorio como Vía Pública, Medio Ambiente o Gobernación.
Calidad e imagen
En caso de que el joven no pueda pagar las sanciones o deben hacerse cargo los padres, o realizar trabajos para la comunidad para reparar los daños causados. Olivella señala que la imagen que debe dar el municipio para los turistas y para los propios vecinos pasa por evitar las pintadas en la vía pública.
La Policía Local también ha realizado un catálogo de las pintadas ya que los autores dejan sus firmas, o incluso por los estilos, para poder contabilizar las acciones por las que deberá responder su autor cuando sea cazado mientras grafitea.
En este caso la afectada es la compañía ferroviaria, pero la acción de los grafiteros en el mobiliario urbano de Calafell y en los muros, supone un gasto de 8.000 euros al año. Esa es la cantidad que tuvo que destinar en 2012 el Consistorio para limpiar pintadas incluso en patrimonio protegido como la ermita de Sant Miquel de Segur de Calafell.
El alcalde Joan Olivella señala que «no sólo es por una cuestión de civismo para mantener limpio el municipio. Las pintadas suponen un gran coste que impide destinar recursos a otras actuaciones».
El Ayuntamiento lleva meses con una campaña para borrar los grafitis que a diario vuelven a aparecer en zonas recién pintadas. Pero supone un gran gasto. En este sentido la Policía Local realiza patrullas por las zonas donde más actúan los grafiteros. Pero para imponer una sanción hay que pillarles in fraganti.
Algunos de los jóvenes que dejan sus firmas en las paredes ya han sido cazados, como Yemas, uno de los más activos. El grafitero ha recibido denuncias desde diferentes áreas del Consistorio como Vía Pública, Medio Ambiente o Gobernación.
Calidad e imagen
En caso de que el joven no pueda pagar las sanciones o deben hacerse cargo los padres, o realizar trabajos para la comunidad para reparar los daños causados. Olivella señala que la imagen que debe dar el municipio para los turistas y para los propios vecinos pasa por evitar las pintadas en la vía pública.
La Policía Local también ha realizado un catálogo de las pintadas ya que los autores dejan sus firmas, o incluso por los estilos, para poder contabilizar las acciones por las que deberá responder su autor cuando sea cazado mientras grafitea.
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