Esperanza, ilusión, estas son las palabras que he oído por Calafell respecto al nuevo gobierno municipal que habrá a partir del sábado 11 de junio. Participo de ellas, creo en las personas que lo encabezarán. Bien, esperemos que se cierre una época negra, o por lo menos gris, y que se inicie otra más transparente y, sobre todo, más participativa.
En base a que esta transparencia no sea sólo nominal y formal, lanzo la propuesta de que todos los cargos públicos electos (y cargos de confianza), pero especialmente aquellos que participen del gobierno, efectúen públicamente una declaración de bienes e intereses, de ellos y de sus familiares más próximos. Por ejemplo: su última declaración de renta, y la relación de empresas en las que participa algún familiar hasta tercer grado (cuñados/as, suegros/as, sobrinos/as) y el tipo de participación (empleados, directivos, gerentes, accionistas, etc.). Para evitar que se hagan operaciones o “tasaciones” inmobiliarias por empresas participadas por algún político aunque no las firme directamente él, cosa que todos sabemos que ya ha pasado, lo cual puede ser tan legal como también inmoral. O que se recalifiquen solares pertenecientes a familiares próximos de algún concejal (como también ha pasado).
Una cosa es predicar y otra dar trigo. Predicar, lo que se dice predicar, ya se ha predicado bastante. Ahora queremos el trigo. Y el trigo de la transparencia no sólo consiste en radiar los plenos por Calafell Radio. También queremos saber si, a pesar de que pueda ser legal (o no), se adjudica tal o cual cosa a una empresa del cuñado de fulanito. Esta es parte de la transparencia que queremos.